Acabamos de cerrar el año 2014, nominado como Año de la Agricultura Familiar por parte de la ONU y por ello, cara al año nuevo que acabamos de arrancar, desde la organización agraria ENBA hemos estimado más oportuno que nunca fijar como una de nuestras prioridades la continuidad de la agricultura familiar y consecuentemente, nada mejor que para ello que fortalecer el rejuvenecimiento del campo a través de la transmisión de las explotaciones con jóvenes, en su mayoría procedentes del propio caserío pero abriendo, generosa y gustosamente, los brazos a aquellos otros jóvenes que quieran acercarse a la tierra y al caserío.
El previsible crecimiento de la demanda de alimentos inherente a un aumento de la población mundial que la FAO cifra en hasta 9.600 millones de personas allá por el año 2050, frente a los actuales 7.200 hace que muchos países y agentes económicos hayan girado su mirada hacia la actividad agraria.
Los agricultores como suministradores de alimentos para satisfacer la demanda alimentaria de la cada vez mayor población son objeto de atención por parte de países que en sus análisis de prospectiva temen, por una parte, las consecuencias que esa mayor demanda principalmente en países en desarrollo pudiera tener en la seguridad alimentaria de su población y, en segundo lugar, no menos importantes, los imprevisibles efectos que la volatilidad inherente a la burbuja alimentaria pudiera conllevar para sus mercados internos.
Por su parte, las empresas agroalimentarias y los grandes fondos de inversión también han fijado su mirada en la producción agraria y muestra de ello es, en primer lugar, la compra compulsiva de tierras en países terceros y principalmente, en países de Africa, América del Sur o Asia y, en segundo lugar, la inversión de ingentes capitales de dichos fondos en las grandes empresas agroalimentarias y en la tecnología y ciencia dirigida a la producción agraria.
Por otra parte, en nuestra sociedad vasca, tan moderna y urbana, palpamos una nueva, o al menos mayor, sensibilidad para con los productos locales, de proximidad y de calidad contrastada por lo que en un mundo globalizado como el que vivimos esta nueva sensibilidad nos abre grandes posibilidades y opciones de éxito para aquellos que trabajamos la tierra y gestionamos nuestra cabaña ganadera para producir alimentos de calidad. No obstante, los productores debemos estar atentos a las nuevas y cambiantes demandas de los consumidores y ser los suficientemente abiertos y flexibles para satisfacerlas porque, queramos o no, son nuestro nicho de mercado natural.
Finalmente, la difícil coyuntura económica que vivimos en estos últimos años, demasiados en todo caso, y la precarización del trabajo provocada por la cada vez mayor desregulación laboral hace que, no hay mal que por bien no venga, la actividad agraria sea mirada de otra forma, más positiva, por los numerosos jóvenes que son arrinconados, cuando no expulsados, del mercado de trabajo.
Como comprobarán, con la mayor demanda de alimentos, la mayor sensibilidad por el producto local y la precarización del trabajo en sectores como servicios e industria, tenemos las bases perfectas para que los jóvenes, del medio rural pero también del mundo urbano, vean la actividad agraria y el caserío como una oportunidad para desarrollar su proyecto de vida y como una alternativa económica para sacar adelante la familia y por ello, es que la Asamblea de este año la celebramos bajo el título “ALIMENTANDO EL FUTURO” y desde estas líneas quiero animar a los jóvenes para que se acerquen al campo, al caserío y a la producción agropecuaria como opción de vida.
No les voy a engañar, ninguno se hará inmensamente rico, pero les doy mi palabra que podrán vivir dignamente del trabajo de sus propias manos y ésto, en los tiempos que corren, no es poco.
Iñaki Goenaga San Sebastian
Presidente de ENBA-Gipuzkoa
(Publicado en EL DIARIO VASCO - 18/01/2015)